TITULARES

- SANTA CRUZ





La Santa Cruz está realizada en madera, policromada por el pintor portuense José Fernández Villegas. La unión del "patibulum" con la "stipes", está rodeada por una ráfaga de fuego realizada en madera.

En su cara principal, podemos apreciar la imagen del Santísimo Cristo de la Salud y Socorro de las Ánimas, coronado por Dios y el Espíritu Santo. A sus pies, la Virgen María. La cruz está rematada en sus cantoneras con la concha de Santiago, en clara alusión al otro titular de la Asociación el Apóstol Señor Santiago. En la cara posterior de la Cruz, se contempla la escena de la Anunciación del Arcangel San Gabriel, rematada en su parte posterior por la Cruz de Santiago y el emblema del Año de la Fe promulgado por Su Santidad El Papa Benedicto XVI.



- SANTÍSIMO CRISTO DE LA SALUD Y SOCORRO DE LAS ANIMAS


La advocación del Santísimo Cristo de la Salud y Socorro de las Ánimas, hace referencia a la necesidad de que Jesucristo acompañe a todos aquellos que tienen su particular Calvario participando íntimamente de sus dolores y acogiendo su sufrimiento.

Como refiere Su Santidad el Beato Juan Pablo II en su oración a María Santísima por la salud de los enfermos, queremos que sea mediadora ante el Santísimo Cristo para que todas las personas necesitadas de buena Salud, puedan volver pronto restablecidos a sus ocupaciones, para hacerse útiles al prójimo con su trabajo. 


- PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE MARÍA


El dogma de la Inmaculada Concepción, también conocido como Purísima Concepción, sostiene que María, madre de Nuestro Salvador, a diferencia de todos los demás seres humanos, no fue alcanzada por el pecado original sino que, desde el primer instante de su concepción, estuvo libre de todo pecado.

No debe confundirse esta doctrina con la de la maternidad virginal de María, que sostiene que Jesús fue concebido sin intervención de varón y que María permaneció virgen antes, durante y después del embarazo.

Al desarrollar la doctrina de la Inmaculada Concepción, la Iglesia Católica contempla la posición especial de María por ser madre de Cristo, y sostiene que Dios preservó a María libre de todo pecado y, aún más, libre de toda mancha o efecto del pecado original, que había de transmitirse a todos los hombres por ser descendientes de Adán y Eva, en atención a que iba a ser la madre de Jesús, que es también Dios. 


La doctrina reafirma con la expresión "llena eres de gracia" (Gratia Plena) contenida en el saludo del arcángel Gabriel (Lc. 1,28), y recogida en la oración del Ave María, este aspecto de ser libre de pecado por la gracia de Dios.


- APÓSTOL SEÑOR SANTIAGO



Al amparo de la advocación de Santiago se agruparon ya desde el siglo XVI los canteros y albañiles de la ciudad, por lo tanto se puede etiquetar con la categoría de gremial. Poco más sabemos, pues en los archivos eclesiásticos de un siglo después aparece dentro de la relación de hermandades, con la particularidad de tener ermita propia, que bien pudiera ser la que se ubica dentro de la propia cantera de la Sierra de San Cristóbal, lugar donde cada día sus cofrades se encomendarían antes de empezar sus labores. En el año 1.764 el historiador Ruiz de Cortazar al hablar de la Prioral menciona la ubicación de la Hermandad de Santiago en la nave del Evangelio compartiendo capilla con la Hermandad de la Expiración. En cuanto al patrimonio sabemos que la imagen titular salió de las gubias del imaginero Sevillano afincado en el Puerto, Ignacio López, obra de la última década del siglo XVII y perdida tras la invasión angloholandesa de 1702. En la Iglesia Mayor Prioral se puede apreciar en la capilla donde radica la Hermandad de la Misericordia un retablo que conserva la heráldica santiaguista.


- BEATO BARTOLOMÉ DÍAZ LAUREL



El Beato Bartolomé Díaz Laurel, nace en El Puerto de Santa María en el último cuarto del Siglo XVI. Pasa en su juventud a Méjico e ingresa en la Orden Franciscana, profesando el 18 Octubre de 1617. Destinado a instancia propia a las misiones, estuvo primero en Filipinas y luego pasó al Japón, y ejerció como catequista y enfermero. Murió en Nagasaki, quemado a fuego lento, el 17 agosto de 1627. Fue beatificado por Pío IX el 7 julio 1867. El Calendario Litúrgico Particular de nuestra diócesis de Asidonia-Jerez, celebra cada 17 de Agosto la Memoria del Beato Bartolomé Laurel, religioso y mártir. 

Bartolomé Laurel generalmente es tenido por mexicano, pero la Archidiócesis de Sevilla, cuando su beatificación en 1867, alegó que en realidad Bartolomé Díaz, apodado Laurel, había nacido en El Puerto de Santa María, perteneciente a la Diócesis de Sevilla, y que había marchado a México cuando muchacho, y por ello lo agregó a su propio de los santos, lo que igualmente hizo en 1980 la Diócesis de Asidonia - Jerez, cuando se constituyó, al quedar El Puerto de Santa María dentro de la diócesis jerezana. En el archivo parroquial de la Iglesia Mayor de El Puerto, única existente entonces, un Bartolomé Díaz apodado Laurel no aparece, pero ello es lógico si Laurel era un apodo como alegan los escritores hispalenses, pero sí aparece un Bartolomé Díaz en 1593 que posiblemente fuera nuestro beato. Tras marchar a México en la niñez, se establece en la ciudad de Valladolid, hoy Morelia, y en el «Libro de profesiones» del convento franciscano de dicha población, que se conserva, está registrada su profesión: «Hoy, 18 de Octubre de 1617, ha profesado solemnemente la seráfica regla el joven Bartolomé Díaz, llamado también Laurel».

Profesó como hermano lego y no mucho después se ofreció para las misiones, marchando a Filipinas en 1619. Establecido en el convento de su Orden en Manila, se dedicó al estudio del japonés y a la práctica de la medicina y la enfermería. El convento tenía anejo un hospital en el que se daba acogida a los marineros y comerciantes japoneses que arribaban enfermos a la ciudad. Allí practicó la lengua japonesa y la enfermería, llegando a ser un notable profesional. En 1623 llegó la hora de su partida al Japón, siendo asignado como compañero y ayudante del P. Francisco de Santa María.

Fue martirizado en Nagasaki, Japón, junto al sacerdote franciscano Francisco de Santa María y al joven cristiano japonés, Antonio de San Francisco, que profesaría la Regla franciscana estando ya en la cárcel, que se dedicaban a atender clandestinamente a las comunidades cristianas desasistidas. Con ellos fueron arrestados, encarcelados y martirizados ocho terciarios franciscanos y cuatro terciarios dominicos.